25 mar 2015

BALADA TRISTE DE SRI LANKA

Prometí en mi última entrada que la próxima sería más romántica. Pero la vida da muchas vueltas y te encuentras con situaciones inesperadas. Esta ha sido una de ellas. La más personal que haya escrito, intentando mantener la serenidad que en estos momentos se pueda mantener.

La primera semana de marzo ingresan a mi madre en el hospital. Ya había estado otras dos veces ingresada este año. En febrero tenía un viaje a Canarias y tuve que suspenderlo por este motivo. Esta vez, según los médicos, era más suave. Me quedé a dormir en el hospital el lunes 2 y el martes 3. Según el médico el viernes le darían el alta, a lo sumo el lunes, así que mi hermana me dice que me vaya, sin problemas, y ella se quedaría las dos noches siguientes. Tengo un viaje el miércoles día 4 de marzo a Sri Lanka.

JUEVES 5:
El avión llega a Colombo a las 2:25am. Allí coincido con Kennet, un corredor de las Islas Caiman. Cogemos un taxi (13$) que nos lleva al Hotel J en Negombo (20’) que es donde se aloja la organización y los corredores. Yo me reuno con Nary. Hacía cinco días que no la veía y es que aún estamos en la etapa “idiota”.
Las comunicaciones aquí son pésimas. Por la mañana me voy a dar una vuelta y a correr un poco por las afueras. Hace mucho calor y mucha humedad. Me presentan a Pavel, el ruso-inglés que es el director de carrera y con el que tengo que colaborar para marcar la carrera. Habla varios idiomas, entre ellos el español, así que no tendré problemas de comunicación.
VIERNES 6:
Hoy es el día en que los corredores tienen que pasar la revisión de material y presentar el certificado médico. En total 52 corredores. Yo no tengo nada que hacer (soy marcador de carrera y mi trabajo empieza mañana). A las 17:30 es la cena de presentación.
SABADO 7
Consigo tener por primera vez comunicación. Y los mensajes me dejan en estado de shock. Un mensaje de mi hermana del jueves diciendo que mi madre está muy mal. Y el peor de todos, otro del viernes diciéndome que ha fallecido. La primera reacción es de incredulidad y te deja shock. Tengo que hablar urgentemente con casa. Al principio no lo consigo. Lo intento desde el hotel y tampoco. Llamo a la compañía aérea para ver la disponibilidad de vuelos y el primero es el domingo por la mañana, tarda 26 horas. Finalmente consigo hablar con mi hermana y me dice que en media hora es el funeral. Se me viene el cielo encima. Mi hermana me dice que ya se les imaginaba que no podía ir debido a la imposibilidad de contactar conmigo y que aún, contactando tampoco iba a llegar, que no viniera pues llegaría, al menos, dos días tarde. La cabeza me va a estallar y las lágrimas salen por primera vez en muchos años. A los que hayáis pasado por esto no es necesario explicar por lo que estás pasando,  pero es una de las situaciones más dramáticas a las que uno se enfrenta en la vida y no os imagináis, si además estás fuera, lejos y no puedes estar para dar el último adiós a la persona más importante, más querida y más admirable  que ha existido. Aquí y ahora, hago mías unas palabras de mi amigo Xesc y su hermano Jaume que pasaron hace poco por una situación similar: “…el tiempo no se detiene para nada y para nadie, que pasa rápido y que el ayer ya no importa. Ahora te das cuenta que lo único que valió la pena fueron esos momentos de amor, de paz, de compartir y de diversión. El resto de cosas materiales ya no tienen ningún valor. Así que continuaré mi largo camino de buscar, controlar e invertir mi tiempo para todo aquello que me haga sentir, vibrar y, todo ello, aunque una gran mayoría piense que ese momento es una pérdida de tiempo…”
Le comento la situación a Nary y ella se lo comenta al director de la organización. Tengo que agradecer el apoyo y la libertad para decidir que me proporcionaron, especialmente a Nary por todo su apoyo en esos malos momentos. Y tras meditarlo durante todo el día, con el caos que había en mi cabeza, decidí continuar.
Empieza mi trabajo. Mientras que los corredores y organización se trasladan en bus al primer campamento (100 km al noreste de Colombo en las ruinas del Templo de Yapahuwa), Pavel y yo tenemos que marcar la primera etapa. Hacía mucho tiempo que no manejaba el GPS, pues le había cogido cierta manía, así que tuve ponerme al día de nuevo. Tampoco fue tan difícil. Pavel me dice que necesito, al menos, 14 pilas de repuesto, algo que me resultó difícil de conseguir en esta ciudad.

Teníamos intención de marcar la primera etapa (35 km. principalmente llana, por senderos bien mantenidos antes de pasar a través de un corredor de elefantes y una pequeña colina) y si nos da tiempo parte de la segunda. Finalmente sólo pudimos marcar la primera. Tenemos a nuestra disposición dos tuk tuk con sus respectivos conductores,  para desplazarnos,  pero yo prefiero marcar corriendo, lo veo más seguro y tienes una mejor percepción de dónde tienes que poner las marcas. Hay muchos cruces de caminos y se pasa por varios poblados por lo que no puedes permitirte ningún despiste. Regresamos al campamento por la noche (las 6 de la tarde; amanece a las 6 de la mañana). La actividad, la responsabilidad, tener que tomar decisiones sobre el camino a elegir me mantiene ocupado, pero tampoco me libra de tener mis “bajones”. Dormimos todos juntos en el templo. Se hace duro dormir. No pego ojo en toda la noche. Demasiadas emociones y demasiada tensión. Te sigues preguntando si estás haciendo lo correcto o no.
DOMINGO 8

Pavel y yo nos levantamos a las 4:30 am. Tenemos que revisar la primera etapa y marcar la segunda. Hoy empieza la competición. Sobre las 5:30 empezamos a revisar la primera etapa. Aún es de noche. Comprobamos, con sorpresa, que nos han quitado muchas marcas, casi un 50%. Incluso algo más grave. Poco antes de llegar al primer CP, alguien puso las marcas en otro camino. Tuvimos que arreglarlo rápidamente, pues la carrera sale a las 7am. Finalmente terminamos de comprobar la primera etapa sobre las 10am,  y con alivio comprobamos que no se ha perdido nadie. Llegada al templo de Sasswruwa. Comemos un poco y comenzamos a marcar la segunda etapa (36km. principalmente llana, a lo largo de canales y arroyos. La carrera incluye una subida corta en la selva). Comenzamos a marcar con mucho calor y mucha humedad. Lo bueno es que hay pequeños comercios y restaurantes “típicos” por el camino. No son restaurantes “al uso”, sino más bien como casas particulares con cocina y unas mesas. Lo cierto es que me encanta comer en estos sitios a pesar de la apariencia de falta de higiene y seguridad, parecen cutres, pero la comida está muy buena (un poco picante) ,  muy barata y abundante.
Yo marco bastante rápido. Intento acabar pronto para reunirme con mi chica. Me ayuda bastante en estos momentos. Junto también con Manu y Pepe, dos amigos de Burgos. Manu está como corredor y Pepe como voluntario. Nary tiene un problema con su frontal así que se la cambio por la mía, aunque es posible que yo la necesite más que ella, pues debo comprobar las marcas a la mañana siguiente y la primera hora es todavía de noche, pero creo, que con la luz del tuk tuk me pueda arreglar.

LUNES 9

Se repite lo mismo que las últimas jornadas. Revisión muy temprano de la etapa marcada ayer (siempre desaparecen marcas, especialmente en los cruces) y marcar la etapa del día siguiente (39 km. principalmente llana. La carrera incluye un final de 2 kilómetros de ascenso a las ruinas de  las montañas de Ritigala ). La primera parte de esta etapa es llana, pero el final es bastante bonito. Unos kilómetros por senda en la selva y al final hay una subida muy guapa a unas ruinas. La subida no es excesivamente larga, pero es dura, al igual que la bajada. Marcando veo dos serpientes emparejadas, de dos metros de largo cada una. Se me olvidaba decir, que he visto varios animales a lo largo del recorrido estos días, unos pequeños cocodrilos, unas iguanas enormes, serpientes y otros “bichitos” que desconozco, aparte de los molestos mosquitos.
MARTES 10
Me levanto muy pronto, a las 4:30am, como de costumbre. Nary se levanta conmigo y me ayuda a preparar mi desayuno y algo para llevar para el camino. He llevado a Sri Lanka jamón, cecina y lomo de León (como Calleja). Viene muy bien en algunos momentos.
Pavel y yo revisamos la etapa anterior por tramos. Él revisa el primero, yo los tres siguientes y él vuelve a revisar el último. Quedamos de encontrarnos en el campamento. Cuando acabo el  cuarto CP, el conductor del tuk tuk me lleva al campamento (el tuk tuk no puede pasar por algunos tramos). Cuando vamos por la carretera ve un desvío que parece indicar al campamento, se dirige por él, pero para nuestra sorpresa el camino se acaba. El conductor pregunta a unos aldeanos y estos le dicen que debe dar la vuelta y seguir la carretera. Yo veo en mi GPS que estoy muy cerca del campamento en línea recta y decido ir andando-corriendo o como pueda, pues debo atravesar la selva. Lo cierto, es que, medio perdido, vi unas preciosas casas bajo unas moles de piedra de cientos de toneladas, a la vez que también “descubrí” una pequeña  y preciosa senda, a veces imperceptible que me llevó a la entrada de las ruinas y desde donde bajé al campamento. Acojona un poco, pero puede ser divertido.

Hoy toca marcar la cuarta etapa, la más larga (56km llana, pasando algunos senderos por la selva y por corredores de elefantes, en su mayoría a lo largo de canales y arroyos). Acaba en un pequeño poblado local, donde dormimos en una especie de locales grandes en medio de la jungla.

Marcar todos los días me lleva una media de doce horas diarias, entre revisar la etapa anterior y marcar la del día siguiente. Conlleva una responsabilidad muy alta, pues hay muchos senderos, muchos cruces de caminos y se atraviesan numerosos poblados. Las marcas desaparecen todos los días, en algunos tramos más en otros menos. Mantenerte ocupado y pendiente de hacer un buen trabajo me ayuda a pasar los días. Pero también tienes los momentos de tristeza, aflicción y pesadumbre.
MIERCOLES 11
Después de la rutina habitual, revisar la etapa larga, toca marcar la siguiente etapa. A priori, parece que ya va a ser todo más relajado, pues es una etapa de 29 km (la primera mitad es llana antes del Lago Kandalama y luego selva con algunas subidas). Esta fue la idea original, la que se concibió en un primer momento y la que venía en el libro de ruta.
Cuando estábamos marcando el último control, los últimos nueve kilómetros, la ruta era completamente por la selva, sin apenas sendas y muy, muy salvaje, una auténtica preciosidad. Cuando nos faltaban menos de dos kilómetros para acabar Pavel se asustó (es biólogo) y dijo que había visto huellas de elefante y que era muy peligroso seguir. Según él y el intermediario de Sri Lanka, los elefantes son muy peligrosos en estado salvaje y matan a gente todo el año. A mí no me pareció para tanto. No creo que un elefante en medio de la jungla pueda seguirme ni veinte metros, me parece casi imposible, con la cantidad de vegetación y grandes árboles que hay, con dos giros puedes “bailar” a un mastodonte de esas toneladas. Podrá derribar algunos árboles, pero  hay otros que ni de coña. Pero él era el director de carrera y decidió no seguir, llamar a Stefan, el director de la organización y plantearle la situación. Así que, lo que yo creía que iba a ser un día más corto, se convirtió en largo. Volvimos al campamento y tras varias reuniones se decidió cambiar la parte final. Eso quería decir, que al día siguiente por la mañana teníamos que revisar la parte marcada y marcar todo el último tramo. Y lo que, supuestamente era un tramo super precioso, se convirtió en nueve kilómetros de carretera.
JUEVES 12
El cambio de última hora nos obligó de nuevo a madrugar. Y lo que parecía que iba a ser un día un poco más relajado, pues se convirtió en uno de los más agitados, ya que había que marcar un tramo nuevo y acabar antes de que salieran los corredores. Y después teníamos que marcar la etapa del día siguiente, que sería ya la última. También es cierto que marcar por la carretera es más “fácil” que marcar caminos o sendas. Usas pintura y cintas y es más fácil seguir. Pero también tiene algún “problema”. Son las últimas etapas, los corredores están ya cansados y muchas veces no ves ni el suelo. Y aún así, a pesar de poner flechas en la carretera, indicando los giros, todavía hubo un corredor que se pasó. Aunque por suerte, lo “recuperamos” a tiempo.
Después de comer (sobre las 12am) comenzamos a marcar la última etapa (15 km, con una primera parte llana antes de entrar en Sigiriya Rock que es patrimonio de la humanidad y terminar subiendo los últimos 1.860 escalones hasta la meta). Sólo marcamos hasta la entrada. A partir de aquí lo dejamos para el día siguiente pues hay mucho turismo y las banderas podían desaparecer ya que no está permitido marcar con pintura ni con cintas.
VIERNES 13
Aunque hoy sólo tocaba revisión y la etapa era corta, también tocó levantarse a las 4:30am porque la etapa empezaba a las 6am y todavía quedaba por marcar el último kilómetro.  Pero por suerte, esta vez no hubo problemas, sólo que hoy cayó un buen golpe de agua, estuvo lloviendo bastante y con fuerza, pero yo creo que se agradece, debido al calor que hay. El final es bastante espectacular. Se entra en un templo y se sube a una montaña con escalones en la roca. Muy bonito. El problema es que a partir de las 8am empieza a haber mucha gente y por los escalones sólo caben una o dos personas y es un poco agobiante.
Yo acompañé a Nary que tenía que estar en el desvío al templo. Allí también estaba el policía que controlaba la entrada y al que terminé regalándole la camiseta que llevaba puesta porque le hacía ilusión.
También le regalé las zapatillas y otra camiseta al conductor del tuk tuk que me acompañó durante todos estos días, que, a pesar de no saber ni una palabra de inglés, se comportó de maravilla conmigo.
Por la tarde fue la cena y la entrega de premios. Después, Nary y yo nos quedamos tres días más por el país.

Hubo momentos buenos y momentos malos, alegrías y tristezas. No hubo un solo día que me mente no estuviera con ella, unas veces con más intensidad, otras veces te vienen a la memoria momentos alegres compartidos, las “broncas” que me echaba porque no paraba de correr; el acuerdo al que llegaba con ella en que yo correría menos si ella comía más, y así durante todos los días y noches.  Pero la vida es un fantástico viaje en el que lo más importante no es dónde vas, ni lo rápido que vas, sino cómo lo vives cada día. A día de hoy estoy contento y feliz, porque creo que he hecho lo que debía, “perder” tu tiempo, saber escuchar cuando es necesario a las personas que más quieres no tiene precio y, aunque a muchos les pueda parecer una pérdida de tiempo, no encontraremos mayor satisfacción en la tierra.
Quiero agradecer a la organización, a Manu, a Pepe, pero muy, muy especialmente a Nary por el ánimo, apoyo y comprensión que ha tenido conmigo durante estos días.
PARA SIEMPRE EN MI CORAZÓN.